Uno aveces piensa, que sera lo que me espera del otro lado del umbral, yo espero que sea algo de whisky y tabacos, por que como dice Sabina, "A quien puede importarle que después de muerto uno tenga sus vicios".
Lo que me recuerda aquel domingo que dejamos el cuerpo de mi tío aquello que hicimos, aun a sabiendas de que el había dejado el vicio del tabaco, decidimos, mi hermano dos primos y yo que debíamos dejar algo importante, un cigarro, aquel camel que no nos importaba perder pues alguien mas se lo fumaria.
Lo encedí, lo pase a mi primo Hazael, el lo paso a mi hermano Adrian, por ultimo a Antonio que fue interrumpido por su madre al intentar probarlo (el no fuma) así que su madre lo tomo y lo probo por el, el resto quedo sujeto al montículo de tierra. El ultimo cigarro, tal vez el mejor, lo dejamos nos fuimos.
Una semana después fuimos a dejar la "Cruz" de madera típica de la religión católica, al buscar la colilla creyendo que iba a quedar mas de la mitad del cigarrillo, lo descubrimos acabado hasta la colilla, esto nos lleno de emoción y dejamos otro antes de partir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario